Timoty Gallwey está considerado el padre del coaching moderno, tras la publicación en 1974 de su libro “El juego interior del tenis”. Gallwey era profesor de tenis y se dio cuenta de que cuanto más se esforzaba en enseñar a sus alumnos la manera “correcta” de jugar, más les costaba. En cambio, cuando se limitaba a mostrarles el golpe, el recorrido de la bola y dejaba que cada uno de ellos encontrase su mejor manera de hacerlo, mejores resultados obtenía.
El tenis es un deporte con un componente mental importante, actúan lo que él llamó los dos “yoes”: el “yo interno” y el “yo externo”. Éste último genera un flujo constante de pensamientos basados en percepciones externas que inhiben al “yo interno”. El juego exterior se juega en un escenario externo en el que se deben superar obstáculos para alcanzar un objetivo externo. Mientras que el juego interior se lleva a cabo dentro de la mente del jugador y se juega contra obstáculos internos como son el miedo, la duda, los lapsos de atención, y la limitación de conceptos o suposiciones. El juego interior se juega para superar aquellos obstáculos autoimpuestos, creencias limitantes, prejuicios, que impiden a la persona acceder a todo su potencial.
Las cuatro habilidades del juego interior según Gallwey son:
1.- Dejar de juzgar
2.- Dejar que ocurra
3.- Creación de imágenes, visualización
4.- Concentración
En definitiva, el camino del éxito en el tenis y en la vida según el autor consiste en confiar en uno mismo, confiar en ese “otro yo interior” y tener claridad respecto a nuestras prioridades. Gallwey llevó esos principios sacados de sus observaciones en las clases de tenis al mundo de la empresa, ayudando a personas y a equipos a mejorar sus habilidades y conseguir sus objetivos, a partir del desarrollo de ese “Juego Interior”. Los mismos principios que hoy, 40 años más tarde, propugna el coaching ejecutivo tanto a nivel individual como el coaching de equipos.