Cambio, crecimiento, desarrollo, transformación, nuevos hábitos, posibilidades, futuro, oportunidades, aprendizaje, bienestar, plenitud… estas son algunas de las palabras relacionadas con el coaching.
El coaching es una herramienta de desarrollo y crecimiento personal que nos va a permitir mejorar aspectos de nuestra vida, a través de un entrenamiento en habilidades, competencias y actitudes, que deriven en nuevos hábitos que nos hagan sentir más plenos y satisfechos.
¿Cuántas veces sabemos lo que no queremos, pero nos cuesta saber lo que queremos realmente?
¿Cuántas veces nos proponemos un cambio en algún aspecto de nuestra vida y no somos capaces de hacerlo realidad?
¿Cuántas veces nos quejamos de lo que hacemos y no somos capaces de hacer distinto?
¿Cuántas veces sabemos lo que no queremos, pero nos cuesta saber lo que queremos realmente?
¿Qué hace que estemos donde estamos y no donde queremos estar?
Las personas tan sólo cambiamos cuando sentimos la necesidad de cambiar, tan sólo cambiamos cuando encontramos una motivación adecuada para cambiar.
En ocasiones los cambios nos llegan de manera accidental, sucede algo externo que nos sitúa en un nuevo escenario al que adaptarse, y en otras ocasiones somos nosotros los que voluntariamente provocamos esos cambios.
¿Cómo cambiar de una manera eficaz?
¿Cómo abordar los cambios para conseguir aquello que queremos que pase?
El coaching es una disciplina de gestión del cambio, una herramienta que ayuda a las personas a cambiar de una manera consciente y comprometida con lo que quiere que le suceda. El coaching es una técnica, es una metodología, para conseguir esos “resultados extraordinarios”, para pasar de una situación en la que decimos “no puedo” a una situación en la que diremos “sí, soy capaz”.
¿Y qué tiene que pasar para que una persona encuentre esa manera de caminar desde el sitio en el que está al sitio en el que quiere estar?
Pues darse cuenta de qué le sucede, tomar conciencia de quién es, de dónde está, de qué quiere, e imaginar quién quiere ser, dónde quiere estar, qué quiere hacer. Después de darse cuenta, la persona cambiará algunas de sus creencias y pensamientos, cambiará algunas de sus emociones, en coherencia con sus valores, encontrará una motivación adecuada e iniciará esa transformación. Desde la certeza de que hay algo que está en su mano hacer para resolver lo que le sucede, la persona dará primero un paso, y luego otro, aprendiendo con cada paso que dé en ese cambio.
A través de un proceso de coaching, la persona hace ese camino acompañada por un coach. Tiene en el coach a un acompañante, a alguien que le va a mostrar aquellos puntos ciegos que la persona no ve, a un profesional que le va a brindar recursos para su aprendizaje, su auto conocimiento y su reflexión. Y a través de las distintas sesiones de un proceso de coaching, la persona va a ir encontrando nuevas opciones de futuro, nuevas posibilidades de actuación, a través de un proceso creativo y apasionante: un proceso de descubrimiento de sus propias habilidades y competencias; un proceso en el que la persona va a encontrar, por sí sola, maneras de mejorar distintos aspectos de su vida.
Esta disciplina es una herramienta de desarrollo personal y profesional que ha cambiado la vida a miles de personas. Y es también una actitud ante la vida: la actitud del aprendizaje continuo, de desaprender para aprender de nuevo, la actitud de sentirse responsable y preguntarse en momentos de insatisfacción ¿qué está en mi mano hacer para cambiar esto?
No hay cambio sin nuevas acciones, y por ello el coaching, además de reflexión, es acción, es un proceso a través del cual la persona va a incorporar nuevos hábitos más eficaces en su vida, que le van a posibilitar llegar a los resultados que quiere conseguir. A través del coaching, la persona será capaz de afrontar cualquier cambio, de una manera consciente y responsable, desde la libertad de elegir y de sentirse protagonista de su vida. Porque tomos nosotros contamos con los recursos necesarios para alcanzar los objetivos que deseamos. Porque toda conducta factible biológicamente puede ser aprendida.
El coaching se diferencia de otras disciplinas por el abordaje y la manera de trabajar con el cliente, desde una posición de igualdad y de “no consejo”. El coaching no es, ni quiere ser, ni consultoría ni terapia, ni quiere sustituir ningún otro tipo de asesoramiento que pueda ser de utilidad para el cliente.
El coaching mira a futuro, a abrir ventanas de oportunidad para que el cliente construya un futuro distinto, desde un hacer y un ser distinto, desde una nueva perspectiva.
El coaching requiere de compromiso del cliente con su proceso de transformación, así como entender que se trata de un proceso que dará resultados con la reiteración de acciones y la adquisición de nuevos hábitos. Ya que en una relación de coaching, es el cliente el que aprende de sí mismo, y no es el coach quién enseña nada.
El coach es un experto en conocer cómo funcionan los cambios y EL CLIENTE ES EL EXPERTO EN SU VIDA.
En el ámbito de las personas, el coaching potencia el desarrollo y el crecimiento personal.
Un proceso de coaching invita a la persona a conocerse en mayor profundidad y a reflexionar sobre el futuro que quiere para sí. El objetivo es el de conseguir cambios significativos en ciertos aspectos de su vida, en un proceso que le reporte una mayor satisfacción personal, bienestar y plenitud. Un proceso de coaching refuerza la autoestima de la persona y favorece una mejora en su rendimiento, desarrollando su potencial y liberando el talento oculto. Es una gran ayuda para transitar con mayor determinación por el camino entre el “dónde estoy” y “dónde quiero estar”.
El coaching busca generar un futuro distinto, entendiendo que el futuro dependerá de las acciones del presente. A través del coaching, se persigue el desarrollo del potencial de la persona, la superación de sus limitaciones, la aceptación y la mejora de habilidades personales, así como una gestión más eficaz de las emociones y la búsqueda del equilibrio vital.
En definitiva, el coaching tiene como objetivo el que el cliente consiga una mayor bienestar y satisfacción personal.
En el ámbito de los negocios, el coaching se revela como una poderosa herramienta de desarrollo, potenciando el crecimiento y la competitividad.
Entre sus beneficios destacan la mejora de la comunicación entre personas tanto interna como externa, la mejora de las relaciones dentro de los equipos de trabajo, un mejor uso de las habilidades y recursos, así como una mayor flexibilidad y capacidad de adaptación al cambio.
En empresas y organizaciones que utilizan el coaching se consigue un ambiente de trabajo más respetuoso con valores como la responsabilidad, la colaboración y el compromiso. El cambio cultural que se produce favorece la mayor motivación de un personal más comprometido e involucrado con el negocio. Esta mayor proactividad se suele traducir también en un aumento de la creatividad en el seno de los equipos de trabajo. El coaching buscar lograr lo mejor de personas y equipos, y eso se traduce en un aumento de su rendimiento, lo que favorece la productividad del negocio y la obtención de mejores resultados. Es también un gran aliado para captar y retener el talento en las organizaciones. En el coaching en el ámbito profesional se trabaja también el desarrollo de la eficacia de personas y equipos en su ámbito profesional y la mejora de las habilidades de liderazgo y otras competencias profesionales. Entre los objetivos se encuentran en muchas ocasiones el agilizar la toma de decisiones, mejorar la comunicación y la cohesión, resolver los conflictos de manera más eficaz y en definitiva potenciar la satisfacción y la motivación de las personas en su ejercicio profesional.
El coaching se construye a través de tres premisas fundamentales:
El coach está comprometido con establecer un ambiente absolutamente seguro para el cliente que asegure la confidencialidad de todo lo que el cliente quiera trabajar en las sesiones. El coach no divulgará nada de lo trabajado en la sesión, desde la adhesión al código ético de la profesión.
Nada de lo que el cliente narre en la sesión será juzgado por el coach. Será el cliente quién determine si algo es “bueno” o “malo”, “correcto” o “incorrecto”, si “le sirve” o “no le sirve”.
El coaching es una relación entre iguales, en el que el rol del coach no es aconsejar o sugerir soluciones a su cliente.
El coach acompaña a cada uno de sus clientes en su crecimiento y desarrollo, tanto personal como profesional, desde una conexión genuina con el cliente y desde el mayor respeto a la individualidad y circunstancias de cada cliente.
El rol del coach como responsable del proceso es acompañar al cliente en su reflexión, haciendo preguntas y guiando al cliente a través de una conversación estructurada y reflexiva, en la que el cliente sea el protagonista de lo que allí suceda. Para ello, el coach pondrá en juego algunas competencias, como son: la habilidad de mantener la presencia, la habilidad de escuchar activamente y la capacidad de evocar conciencia.
El coach utilizará en las sesiones preguntas, herramientas diversas, recursos de gamificación, recursos de autoconocimiento, e invitará a su cliente a realizar ejercicios y tareas, siempre desde la invitación, y nunca desde la obligación.
El cliente, por su parte, será el responsable de los resultados, en función de su compromiso con el objetivo que quiere lograr, en función de las ganas y la ilusión que ponga en esas acciones que lleve a cabo. Y será el cliente quién en cualquier momento cuándo desea finalizar la relación de coaching.
El coaching trabaja predominantemente futuro, desde la determinación de un reto de proceso que el cliente quiera conseguir, reto al cual se llegará trabajando en cada una de las sesiones distintos objetivos relacionados.
Un proceso de coaching finaliza en el momento en el que el cliente declara haber logrado su reto, o cuando el cliente no perciba valor en el acompañamiento del coach, sin la obligación de cumplir un determinado número de sesiones.
El coaching es una profesión no colegiada en España. Su práctica profesional viene regulada por asociaciones de orden nacional o internacional que son las que sientan las bases, los estándares y el código deontológico de su ejercicio profesional. Las más reconocidas son:
Contar con certificaciones avaladas tanto por ICF como por ASESCO será para un coach la mejor garantía de calidad para sus clientes, que tendrán la seguridad de una práctica profesional alineada con la excelencia y el rigor que requiere esta disciplina.
La ICF (Internacional Coaching Federation) define el coaching como
“Relación profesional continuada que ayuda a obtener resultados extraordinarios en la vida, profesión, empresas o negocios de las personas. Mediante el proceso de coaching, el cliente profundiza en su conocimiento, aumenta su rendimiento y mejora su calidad de vida. El coaching consiste en trabajar junto con los clientes en un proceso creativo y estimulante que les sirva de inspiración para maximizar su potencial personal y profesional.”
La definición de ASESCO (Asociación Española de Coaching) es la siguiente:
“El coaching profesional es un proceso de entrenamiento personalizado y confidencial mediante un conjunto de herramientas que ayudan a cubrir el vacío existente entre donde una persona está ahora y donde desea estar.”
Comprometida por el desarrollo de personas y negocios.
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