
El liderazgo de este nuevo siglo necesita incorporar nuevas competencias, que permitan a los líderes ser más eficaces en entornos de cambios veloces, en entornos globalizados y muy competitivos, en un mundo con nuevas necesidades, una población creciente y escasez de recursos. Más allá de la inteligencia emocional, los líderes del siglo XXI deberán incorporar nuevas competencias, entendiendo competencia como la suma de habilidades, rasgos, actitudes y comportamientos. Y ahí nuestro cerebro tiene mucho que decir, ahora que la ciencia ha demostrado su neuroplasticidad, la generación continua de nuevas conexiones neuronales, el hecho de que el cerebro sí puede cambiar.
Silvia Damiano, bióloga y experta en liderazgo, es la creadora de un nuevo modelo de evaluación de competencias, el i4 Neurolíder, que propugna la democratización del liderazgo y la neurociencia. Silvia nos ofrece un modelo que, apoyado en una base científica del funcionamiento del cerebro, permite aumentar la conciencia de sí mismo y abre las puertas al desarrollo de las que considera las cuatro competencias básicas del liderazgo actual: el rendimiento, la colaboración, la innovación y la agilidad. Estas cuatro competencias se apoyan en dieciséis pilares, de los cuales cuatro dan nombre al modelo, i4 Neurolíder.
En el área del rendimiento, entendido como el alcance del nivel óptimo tanto mental como físico, el pilar básico es laintegración. Si por colaboración entendemos el logro de un objetivo común, el pilar principal es la inspiración. Generar nuevas ideas es el objetivo de la innovación, y aquí el pilar a desarrollar es la imaginación. Y finalmente la agilidad, el ajustarse de forma efectiva al entorno cambiante, se apoya en el pilar de la intuición. Integración, inspiración, imaginación e intuición: las cuatro “i” del Neurolíder del siglo XXI.
La era industrial necesitó gestores y la era de la información necesitó líderes. Para Silvia, entramos de lleno en una nueva era, la era de la imaginación. En ella, para alcanzar este liderazgo eficaz, ya no hablamos solamente de toma de decisiones y de gestionar las emociones de forma que posibilite el alcance de los objetivos. El modelo incorpora como puntos de análisis el cómo se establece la colaboración con otros y cómo el líder facilita el cambio. La eficacia máxima en estos cuatro factores se alcanza cuando el cerebro está “equilibrado y en calma”, cuando el cerebro trabaja en un estado más relajado.