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Dale Carnegie escribió en los años 30s un manual para ganar amigos que ha tenido millones de lectores y seguidores desde entonces. Estableció lo que para él eran las dos Reglas de Oro: la primera regla consiste en no criticar, no condenar ni quejarse. En lugar de censurar a la gente, Carnegie nos anima a tratar de comprender, a tratar de imaginar por qué las personas hacemos lo que hacemos. La segunda regla recomienda demostrar un aprecio sincero y honrado. El aprecio es algo que todo el mundo agradece y con él según Carnegie se consigue mucho más que con otros recursos. No olvidemos que la única manera para conseguir que alguien haga algo es que esa persona quiera hacerlo. Las dos Reglas de Oro de Dale Carnegie siguen siendo casi un siglo después de rabiosa actualidad.

De hecho, numerosos estudios han demostrado que la satisfacción con la vida está en los genes, si bien las fuentes de felicidad son diversas y personales. La habilidad de cada persona para moldear la percepción de la realidad y así preservar su equilibrio emocional es sorprendente. Hay algunos factores que sin duda nos ayudan a mantener esa felicidad, entre otros: nuestro cuerpo, la autoestima, los pensamientos positivos, las conexiones afectivas, el recuerdo y el olvido, el agradecimiento y el perdón.

Hay 3 sencillas frases que nos abren muchas puertas: “por favor”, “lo siento” y “gracias”.

Porque pedir ayuda es también, en contra de lo que a veces creemos, una muestra de humildad, compromiso y fortaleza. Mostrarse vulnerable y pedir perdón no tiene porqué ser un signo de debilidad. La honestidad nos acerca al otro y nos abre la posibilidad de conectar y comprendernos de una manera más positiva. El agradecimiento y el mostrar gratitud favorece la generación de confianza y compromiso, claves para la creación de vínculos de relación eficaces.

De hecho, la gratitud va más allá del agradecimiento y es un elemento clave para nuestro bienestar. La gratitud es más que un sentimiento, es una actitud y una virtud. La gratitud va asociada a las emociones y actitudes positivas, como son la amabilidad, la simpatía, la comprensión, la empatía y la generosidad. Nos hace percibir a los demás en clave positiva y fomenta la colaboración. Los expertos aseguran que la gratitud tiene un gran efecto protector en la salud mental y un impacto también en nuestro bienestar físico.

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