La tristeza es una de las seis emociones básicas. Como toda emoción, es algo sobrevenido, biológico. La tristeza nos predispone a la inacción y a la reclusión; indica una necesidad de recogimiento, de mirar hacia adentro, de entender de dónde viene ese dolor.
Situaciones de duelo por la pérdida de un ser querido o por la pérdida de algo muy estimado conllevan habitualmente un gran dolor, y éste, por ser una reacción biológica de nuestro organismo, es inevitable. El sufrimiento, sin embargo, es opcional. El sufrimiento viene de la interpretación que damos a ese dolor, del cómo lo vivimos. Y en muchas ocasiones se revela como innecesario. Con la ayuda del coaching podemos vivir estas situaciones de una manera más eficaz, modificando esas creencias y juicios que nos limitan y aprender a gestionar nuestras emociones de una forma más positiva.
Jorge Bucay en su libro “El camino de las lágrimas” (2002) nos da una serie de recomendaciones frente a una situación de duelo:
Los SÍ
– Date el permiso de sentirte mal, necesitado, vulnerable.
– Confía en tus recursos para salir adelante.
– “Cuando una puerta se cierra, otra se abre”.
– La aceptación, el camino sólo sigue hacia adelante.
– La vida te espera llena de nuevas posibilidades, tu vida continúa.
– Las 3 D: descanso, disfrute y diversión.
– Compartir lo aprendido, hablar a otros sobre tu experiencia.
Los NO
– No esconderse, nunca cierres tu corazón al dolor, no te hagas el fuerte.
– No descuidarse.
– No te apures, recorrer el camino requiere tiempo.
– No a la auto exigencia.
– No dejes de pedir ayuda.
– No tomes decisiones importantes, calma.
– No al olvido, no intentes olvidar lo que pasó, al contrario, recuerda.