La mejor manera de alcanzar un objetivo es empezar con un fin en mente. Visionar aquello que queremos lograr nos ayuda a iniciar el camino con mayor determinación y motivación. Cuanto más clara, específica y detallada sea nuestra visión, más posibilidades tendremos de alcanzarla. Debe ser positiva y alentadora, para que sirva como fuente de inspiración para nuestro hacer futuro. La fuerza de la visión radica en lo que supone como desafío al pasado, en lo que el alcanzarla amplíe nuestra zona de confort. La visión será más deseable cuanto más justifique el esfuerzo que sea necesario realizar para lograrla.
Una vez establecido el compromiso con alcanzar esa visión, hay que empezar a caminar hacia allí. En ese camino es muy posible encontrar dificultades y situaciones complicadas. Una actitud positiva, determinación y una buena dosis de esfuerzo, nos ayudarán a superarlas.
Marshall Golsmith en su libro “Un Nuevo impulso” (2007) nos da algunas pautas para llegar a lo más alto. Así nos exhorta a:
– no juzgar
– evitar empezar las frases con “no”, “pero”, “sin embargo
– no hablar en los momentos de ira
– otorgar el debido reconocimiento
– no poner excusas
– no aferrarse al pasado
– escuchar
– no castigar al mensajero
– y dejar de lado la excesiva necesidad de “ser yo”
En ese camino desde lo que soy a lo que quiero ser, entre la situación actual y la situación ideal, cobra mucha relevancia el comportarse de una manera comprometida y responsable. Y en especial, tener muy presente el propósito de querer llegar allí, el “para qué” de lo que quiero alcanzar. Eso facilitará que nuestra visión se haga realidad y no quede simplemente en un sueño.