Durante más de 700 años, el código ‘bushido’ rigió los corazones de los guerreros japoneses, los temibles samuráis. Equiparable en cierto modo a las reglas de caballería de nuestros caballeros medievales, el ‘bushido’ presenta unos principios que siguen vigentes en la mentalidad japonesa y que nos pueden ser de mucha utilidad en nuestra búsqueda del ikigai.

Las películas, las series de televisión y los dibujos animados nos han trasladado una imagen mítica de los guerreros samurái. Una foto fija entre el misticismo zen y la caballería pesada. Sin embargo, a pesar de ir armados con afiladas katanas y cubiertos de ornamentadas armaduras, lo cierto es que la posesión más preciada de estos hombres no era una cosa ni la otra. Su auténtico tesoro está recogido en las siete virtudes del “camino del guerrero”, que se traduce como bushido.

Con esto en mente, y teniendo en cuenta que la casta samurái gobernaba el país del Sol Naciente, no es raro que Inazo Nitobe bautizara su libro seminal sobre el bushido como “el alma de Japón”. Tampoco es extraño que los principios samurái nos sirvan para aplicarlos a otra aportación de la cultura japonesa: el ikigai, la búsqueda del sentido de la vida.

Hoy me voy a centrar en cómo se aplica a partir de tres virtudes extraídas directamente del código bushido:

 

Makato: la completa sinceridad

Una absoluta sinceridad con uno mismo es fundamental para responder a las preguntas que nos ayudan a encontrar nuestro ikigai. Responder con honestidad completa a preguntas personales como ¿Cuál es mi elemento? ¿Con qué actividades realmente disfruto? o ¿Qué me gustaba hacer de niño? resulta clave para no engañarnos a nosotros mismos y hallar nuestro auténtico ikigai. Además, en el mundo samurái, la sinceridad no era simplemente una expresión mental: para ser completamente sincero, tus palabras deben coincidir con tus acciones.

Yu: el heroico coraje

Para poner en acción las conclusiones, hace falta valor. El yu, o coraje heroico, era una de las virtudes más preciadas por los guerreros samurái, y es también necesario para afrontar cambios en nuestra propia vida. La rutina y la inercia pueden resultar una losa difícil de quitarse de encima, y requerir valor. No es una batalla marcial contra enemigos de carne y hueso, sino una batalla mental: no por interior menos dura.

Meiyo: el digno honor

Tal vez la más conocida de las virtudes samurái, el meiyo es también la más difícil de traducir. Significa honor, pero no en el sentido de honestidad, sino que está más relacionado con el buen nombre y la estima. Tener una cuidada autoestima y una preocupación por uno mismo es también un requisito fundamental a la hora de encontrar nuestro ikigai.

 

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